Pagina de Angel Broche Ruedas
 

Un hombre y su lucha
 
(Actualizado 4 de noviembre de 2008, 10:00 am)
 

Por Héctor E. Paz Alomar

 

La vida de Alfredo Álvarez Mola, al igual que la de la inmensa mayoría de los jóvenes progresistas de la época en que le tocó vivir, estuvo marcada por el artero golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 que, tras oscuros manejos, llevó al poder a Fulgencio Batista.

 

A partir de ese instante —aún no había cumplido los 30 años— no hubo descanso para el revolucionario que anidaba en su corazón. De inmediato se sumó a la acción contra el “general sin combates” y su camarilla proimperialista.

 

Pero… ¿Quién era este joven? Alfredo Álvarez Mola nació el 21 de agosto de 1922 en Ciego de Ávila, región que entonces pertenecía a Camagüey, fruto de la unión matrimonial de Alfredo y Flor María,  quienes le inculcaron el amor por la Patria y contribuyeron a su formación.

 

Pocos años después, cuando Alfredo aún era un niño, la familia decidió cambiar de aire y asentaron raíces en Camagüey. Allí comenzó la forja definitiva de su carácter y convicciones. Sus estudios los realizó en un colegio episcopal.

 

Quienes lo conocieron valoraron siempre, entre los rasgos característicos de su personalidad, la amistad, la inteligencia y la disciplina con que acometía cada tarea o misión. A los 21 años ya trabajaba en  la sucursal agramontina del Royal Bank of Canada.

 

Integró el clandestino Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), cerró filas en el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) y fue de los primeros directivos camagüeyanos del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, en cuyas filas militaban hombres de la talla de Cándido González Morales, Raúl García Peláez y Jorge Enrique Mendoza Reboredo.

 

Inestimable fue su hoja de servicios a favor de la causa revolucionaria, en pro de los trabajadores, del triunfo de la justicia sobre los desmanes, la corrupción y la politiquería barata en que estaba sumida Cuba; según sus propias palabras, “por un principio eterno: la libertad”.

 

En la misiva que escribió el 18 de agosto de 1958, dirigida a uno de sus compañeros, Orlando González Docampo, reafirmó sus convicciones, al expresar la idea de que en fecha próxima materializaría “el inexorable deber de defender con todo denuedo, amor y sacrificio nuestra hermosa y querida Patria, contra aquellos malos cubanos que detentan el poder a espaldas de las leyes y en especial, de la ciudadanía”.

 

Se conoció que casi a finales de 1956, luego del desembarco del Granma, contactó con la guerrilla, y, a su regreso, participó en la organización de los dirigentes del 26 de Julio en Camagüey; después participó en huelgas y otras tareas que le consumieron casi todo el tiempo.

 

Vuelve a la serranía oriental, dialoga con Fidel Castro, y retorna con indicaciones precisas de abrir un frente de combate en las elevaciones de la Sierra de Cubitas, empeño que, según el investigador Jorge Betancourt Herrera, no cristalizó debido a una delación.

 

La propia fuente apuntó que entonces, Alfredo, en unión de Mario Herrero Toscano y otros revolucionarios agramontinos, decidió regresar a la Sierra Maestra, donde conoció a Camilo, quien lo incluyó en la Columna Invasora número Dos Antonio Maceo, la que guiaría con éxito hasta el río San Pedro.

 

El esfuerzo realizado agotó físicamente a Alfredo; le orientaron reponerse y sumarse a la Columna 11 Cándido González. Este último paso no lo pudo materializar debido a que esa tropa fue emboscada en Pino Tres. Buscó protección en la finca nombrada San Miguelito, pero lamentablemente fue descubierto, asesinado y masacrado con crueldad.

 

Transcurría el 5 de noviembre de 1958. En el momento de su muerte tenía 36 años. No llegó a ver sus ideales de sentir libre a su oprimida Cuba, pero otros jóvenes como él los hicieron posible con el triunfo de enero.



Simón Reyes

La cabalgata infinita

 
(Actualizado 29 de octubre de 2008, 11:00 am)
 
  • Simón Reyes Hernández (el Águila de la Trocha), se levantó en armas contra el dominio español con apenas 10 años de edad. Por su valentía y astucia alcanzó el grado de Coronel del Ejército Libertador

Por Félix Jorge Guerrero Vega (colaborador)

 

Nicolás Hernández amolaba un machete en el patio de su casa, en la finca Santa Rita, en Morón. Aquel 28 de abril de 1866, integrantes de una comisión militar española conformada por el capitán Manuel Aragón, Juan Pujol, Nemesio Pascual y otros, irrumpió con el odio oscureciendo sus miradas. Sin tiempo para defenderse, fue asesinado delante de su esposa e hijos, lo acusaban de conspirar contra el colonialismo.

 

El hecho causó consternación en la comarca y su familia, la cual juró vengar el crimen. A partir de ese momento, para los suyos comenzaba una vida llena de sacrificios y dolor, identificados con  la causa independentista.

 

Los Reyes-Hernández se dedicaban a las labores del campo. Como la mayoría de los campesinos de la época, vivían en la pobreza, la incultura y el analfabetismo, por la carencia de escuelas públicas. 

Simón, nieto de Nicolás, nació el 28 de octubre de 1858 en la finca La Guardarraya, Ranchuelo, hoy perteneciente al municipio de Chambas. Sus padres, Benito Reyes Alarcón y Trinidad Hernández Moreno, le inculcaron desde pequeño las ideas por la libertad de Cuba.

 

Con solo 10 años partió a la manigua con su tío, el coronel Nicolás Hernández Moreno (el Tocayo), cuando se inició la Guerra Grande contra el régimen español. No fue posible convencer a aquel niño para que se quedara al abrigo de su madre. Se incorporan en el ingenio El Trapiche a las fuerzas que dirigía el Coronel del Ejército Libertador Manuel Valdés Urra (Chicho Valdés), que operaban en Ciego de Ávila. Poco después, su padre cayó en combate y su progenitora falleció como consecuencia del cólera.

 

Participó con su tío Nicolás en operaciones militares en la zona del río Cauto. En un combate contra las fuerzas del general Blas Villate de la Hera, el Conde de Balmaceda dio pruebas de su valor inigualable; recibió heridas leves, pero cuando se presentó ante sus superiores estaba empapado en sangre por ayudar a los heridos a salvarse.

 

En la campaña de Camagüey intervino en las acciones de Las Guásimas, La Sacra, Palo Seco, entre otras. De 1873 hasta 1876 fue activo en diversos hechos de guerra en la región de la Trocha de Júcaro a Morón. Se destacó en el combate de El Pasto, el 2 de agosto de 1876, donde lo ascendieron a Alférez, grado con el que concluyó la contienda, la cual terminó por el Pacto del Zanjón, en 1878.

 

EN LA GUERRA DEL ’95 

Se instaló en la finca Los Suspiros, cercana al actual central Ciro Redondo, donde se dedicó a las labores agrícolas y a forjar su familia. Participó en actividades conspirativas, y en este lugar se alzó el 19 de mayo frente a un grupo de patriotas.

 

Desarrolló sus operaciones en los alrededores de la Trocha de Júcaro a Morón, destruyó líneas telegráficas, alcantarillas, irrumpió en la tenería de Morón y atacó su embarcadero. En septiembre de 1895 cruzó el mencionado valladar y se unió al General  en Jefe Máximo Gómez, en el campamento El Zorral. Este lo ascendió a Capitán y lo nombró Comandante en Comisión del primer escuadrón del Regimiento Castillo. Atravesó nuevamente la Trocha con Gómez. En noviembre de 1895 desplegó acciones de engaño para propiciar el paso de la Columna Invasora por este enclave militar.

 

La Cuenca trasladaba soldados y pertrechos por los distintos puntos de la Trocha, así quedó como consecuencia del ataque que dirigió Simón Reyes, en el cual los colonialistas tuvieron tres bajas
 

Junto con Gómez y Maceo partió el 30 de ese mes desde Lázaro López con los invasores. El 2 de diciembre tomó parte en el combate de La Reforma, bajo el mando del Titán de Bronce. Más tarde regresó al territorio trochano.

 

Por órdenes del General en Jefe desplegó una intensa actividad bélica. Atacó los fuertes de Piedras y Jicotea, donde sobresalió por su gran valor, astucia, agilidad combativa y destreza. Su pericia innata y manera propia en el ataque la probó cuando sostuvo un encuentro en el sitio Sánchez (Ceballos), y en el combate de El Mijial, donde hizo prisionero al coronel español Feliciano Velarde. A este lo puso en libertad, demostrando su caballerosidad y honor militar.

 

En una acción intrépida, el 22 de diciembre de 1896, cerca de Júcaro descarriló la locomotora Cuenca, de las fuerzas españolas,  luego atacó al poblado de Jicotea y protagonizó otros hechos de guerra.

 

Durante la campaña de La Reforma cruzó la Trocha en reiteradas ocasiones y cumplió riesgosas misiones. Trajo parque y comunicaciones a las tropas mambisas y al Cuartel General de Máximo Gómez. Por la facilidad con que burlaba esta barrera militar se ganó el apelativo de el Águila de la Trocha. Por los servicios prestados se le concedieron los grados de Teniente Coronel por Serafín Sánchez, y el de Coronel por Máximo Gómez. En 1897 dos veces fue herido de gravedad.

 

Al concluir la Guerra del ’95, con  la intervención y ocupación de Cuba por el imperialismo yanqui, lo licenciaron del Ejército Libertador. Entonces se desempeñó en diversas labores, donde demostró su estirpe rebelde y justiciera. En 1903 resultó el organizador y jefe del movimiento de veteranos en Ciego de Ávila, lo que lo hizo una figura destacada.

 

En 1905 compró la finca Las Casitas, cercana al poblado de Majagua, allí se dedicó a las labores del campo y creó una nueva familia. Dirigió el Partido Conservador en Ciego de Ávila y participó en la Guerrita de Agosto de 1906. Al triunfar los liberales en esta contienda se retiró de nuevo a su propiedad.

 

Lo acusaron en 1913 de ocultar al bandolero Inocente Solís, quien fue sargento de su tropa en la Guerra del ’95. Simón respondió airado por tamaña injusticia. Agentes del gobierno proyanqui de Mario García Menocal lo asesinaron vilmente en su propiedad, el 16 de noviembre de ese año, porque constituía un baluarte de rebeldía en el territorio avileño. Su muerte causó gran consternación en la región y todo el país.

 

Este 28 de octubre conmemoramos 150 años del natalicio de el Águila de la Trocha, quien se yergue en la memoria con su cabalgata infinita por la independencia de Cuba.



Paquito sigue aquí
 
(Actualizado 5 de septiembre de 2008, 10:00 am)
 
  • En el aniversario 50 de su asesinato, Paquito Espinosa permanece en el recuerdo de dos de las personas que más él quiso: Juana, la esposa, y Juan Carlos, el hijo

Por Héctor E. Paz Alomar

 

“El de nosotros fue un amor a primera vista. Lo conocí en una tienda localizada en la esquina de las calles Narciso López y Agramonte. Yo había ido a comprar dulce de guayaba con queso, y él estaba allí. Nos miramos y nos gustamos. Fue el comienzo de un amor grande y lindo.”

 

Juana Alicia Trujillo Sosa tenía entonces 19 años. Ahora lleva con optimismo 80 primaveras. Sus ojos, muy claros, se notan vivaces, pero están ligeramente húmedos. El movimiento de manos y piernas es constante. Los nervios quieren traicionarla…

 

Sonríe muy quedo. Hilvana ideas y recuerdos. Entrecruza los dedos. “Me impactó su físico, la manera de hablar, el color de sus ojos, también claros, su pelo. Sí: era bien parecido —hace un breve silencio, respira profundo—. Conversamos ese y otros días hasta que nos pusimos de acuerdo. Nos hicimos novios y él fue a Cunagua —hoy Bolivia— a hablar con mis padres.”

 

El recuerdo de Francisco Espinosa Miguel, quien nació en Morón el 11 de julio de 1924, vive en la mente de Juana. Ella, en rápida transición, retrocede en el tiempo. “Nos casamos en unos meses. No podíamos vivir uno lejos del otro. Cuando yo iba a Morón, a casa de mi tía, y caminaba por las calles, presentía su presencia. Me parecía que lo iba a ver al doblar de cualquier esquina, como sucedió varias veces.”

 

Narra que Paquito, como le llamaban, practicaba varios deportes, y a continuación enumera algunas de sus características personales: “Él era maravilloso: buen padre, esposo, hijo; tenía muchos amigos. Sí, todo el que lo conoció, lo apreció mucho. Le gustaban las fiestas, cantaba muy bonito, siempre estaba alegre, era buen bailador; no le agradaban las injusticias.

 

“A la casa iban a verlo distintos compañeros, con quienes conversaba aparte. Yo imaginaba que él andaba en algo, lo cual supe con certeza cuando lo del asalto al Moncada. Alguien llegó a avisarme que lo habían detenido y estaba preso. Me puse mal. Fueron dos o tres días terribles, pero no le pasó nada, según me contó.

 

“Después me dijo que me ocultaba esas cosas para no preocuparme. Pasé muchas noches de desvelos, porque él se perdía a cada rato y, entonces, pensaba lo peor. A  menudo se lo llevaban para el cuartel. Él tuvo que salir de Morón y esconderse en varios sitios fuera de allí. Vino a vernos, también a su madre, que estaba muy enferma… hasta que sucedió lo inevitable.”

 

Juan Carlos Espinosa Trujillo acaba de cumplir 60 años. Ha estado atento a la conversación de su madre. Como ella, atesora disímiles imágenes de su progenitor. La última vez que lo vio frisaba los 11 años.

 

“Mi papá jugaba mucho conmigo, incluso de manos: me cargaba y lanzaba hacia arriba, pues presumía de su fortaleza y preparación física; era un deportista de pies a cabeza, a lo que añadía una valentía sin límites.

 

“Yo salía con él a cada momento. Entonces, hacía una y otra paradas para hablar con sus amigos, entre otros, Alvarito Lamadrid, Francisco González, su compañero de faenas revolucionarias; Fermín Díaz y el Gallego Vila, con los que aprendió la mecánica automotriz; Joseíto el herrero, quien le enseñó los secretos de la armería.

 

“Era un apasionado de los deportes. Practicaba atletismo, ensartaba argollas montado en bicicleta, pero le gustaban el boxeo y la natación. Muchas anécdotas me han llegado a través de sus compañeros de entonces. Todavía se habla en Morón de la pelea que realizó contra el “Acorazado” Martínez, de Sancti Spíritus, campeón nacional de los pesos ligeros, a quien mi papá venció en el último de los siete asaltos pactados; y de cuando atravesaba a nado la Laguna de la Leche.

 

“Él fue ayudante de la cátedra de Educación Física en el Instituto de Segunda Enseñanza de Morón, y preparador del primer equipo de atletismo que hubo en la Escuela Superior moronense que participó en una competencia provincial.

 

“En los últimos años de la década del ’50, tuvo que irse de Morón, debido a sus actividades en contra del régimen de Batista. Primero fue para Camagüey. Allí trabajó en una recapadora de gomas, luego se trasladó hacia Jatibonico, donde un amigo le consiguió un contrato como profesor de Educación Física en una escuela privada, aunque más tarde laboró en el central de esa localidad.

 

Al final, recaló en la zona de Violeta —hoy Primero de Enero— junto a Paquito González. Para protegerse de la persecución de que era objeto, se cambiaba el nombre y los apellidos.”

 

Cuenta Juan Carlos que su mamá y él se habían ido para Cunagua, a vivir con los abuelos maternos. “Estando allí un tío nos llevó el aviso de que lo habían matado. En su muerte existió una gran paradoja: en el certificado de defunción aparecía como causa del deceso la muerte por asfixia, y él era tremendo nadador.

 

“Luego nos enteramos de la verdad. Después de su detención, cuando intentaban llegar a la zona del Escambray, lo torturaron varios días y al final, bien amarrado, lo introdujeron en un tanque de agua, que los sicarios cerraron herméticamente. Igual que hicieron con otros cinco de sus compañeros. Con posterioridad, los arrojaron al río Zaza. Pretendían simular un accidente para disimular el crimen.  Era el 3 de septiembre de 1958.”

 

Francisco González y Paquito Espinosa, por una delación, fueron detenidos y  trasladados a Sancti Spíritus, y apaleados hasta la inconsciencia, y luego asesinados.

 

Se conoce que la corriente del  Río Zaza arrastró por varios kilómetros los cuerpos sin vida de Paquito Espinosa y de cuatro de sus compañeros, mientras el de Paquito González quedó escorado en un sitio cercano al lugar del lanzamiento. Aunque entonces no permitieron que sus restos fueran trasladados para Morón —los sepultaron de inmediato en Jatibonico—, hoy reposan en la tierra que vio nacer a cada uno de esos valientes jóvenes.

 

Juan Carlos entrecierra sus ojos y respira hondo. Su mente pugna por alejar esa imagen que lo lacera. “Prefiero recordarlo como un hombre de su tiempo, sin una ideología política definida, como muchos jóvenes de esa época; era alegre, pero tenía un carácter rebelde; pienso que a la vuelta de medio siglo, si estuviera vivo no hubiera abandonado el espíritu justiciero que lo caracterizaba, no se sentaría tranquilo a jugar dominó. Creo que él estaría al lado de los que hoy luchan por un mundo mejor…”

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.
LOS PELIGROS AL NAVEGAR EN INTERNET

Los peligros que acechan en la Red cada vez son más: virus, spam, software espía, phising... Nadie está a salvo de amenazas y las protecciones nunca sobran. De cualquier forma, seguir unas pautas de navegación prudente e instalar varios programas resultan fundamentales.

Correo basura

-Frente al spam no hay milagros. La prudencia es el arma más potente de la que dispone el internauta. Hay varios proveedores de correo que ofrecen herramientas anti correo basura, pero nunca está de más tener varias cuentas especializadas: una para correo personal, otra para comprar, una más para registros... De todas formas, será muy difícil que alguna de ellas no sufra la plaga.

Phising

El phising es una estafa. Básicamente consiste en la duplicación de una web de un banco para engañar al usuario, al que se han enviado correos para que acceda e introduzca sus datos en la página falsa. No hay soluciones milagrosas para frenar esta amenaza, tan sólo un arma muy gallega: la desconfianza.

Virus

-Para hacer frente a los «bichos» que pululan por la Red resulta casi obligatorio tener un programa antivirus. Pero no llega con tenerlo instalado, hay que disponer de una suscripción en línea para actualizar continuamente las bases de virus. Así el programa podrá hacer frente a las nuevas amenazas que surgen cada día. Los antivirus más famosos son Panda, Norton y McAffe.

Ventanas emergentes

-La navegación se vuelve molesta o, a veces, imposible cuando al visitar una página saltan varias ventanas emergentes (pop-up) no solicitadas por el usuario. Muchas de estas ventanas se presentan con fines publicitarios, pero otras buscan que el usuario pinche involuntariamente sobre ellas para instalar software espía. Pueden ser peligrosas. Para combatir esta plaga se pueden descargar de la Red los llamados popup killers (mata ventanas emergentes). Google y Yahoo los ofrecen incluidos en sus barras de navegación.

Programas espía

-Son aplicaciones que se dedican a recopilar información del sistema para luego enviarla a través de internet. Suelen ser invitados no deseados. Normalmente penetran en el pecé sin que lo advierta el usuario, enmascarados en autorizaciones para instalar otros programas. Son muy peligrosos, porque algunos pueden acceder a información personal del usuario (nombre, dirección de correo electrónico...) o incluso a datos fundamentales como cuentas de usuario y contraseñas. Uno de los mejores programas para combatir el spyware, es el Spybot-Search and Destroy.

Secuestro del navegador

-Los programas espía más intrusivos cambian la página de inicio del navegador por otra de su elección. Ya sea una web en blanco, erótica, publicitaria o de contenido dudoso, no se puede arreglar fácilmente. Y es que no se puede cambiar a través de las opciones del navegador. La página ha sido secuestrada. Hay que instalar otro programa, por ejemplo el Antisecuestro V.1.0 de la Asociación de Internautas, para subsanar el problema.

Ataques del exterior

-Un cortafuegos o firewall es un programa que restringe las conexiones TCP/IP que puede iniciar o recibir un ordenador conectado a la Red. Comprueba qué programas son los que acceden o reciben conexiones de internet. Así puede evitar que las aplicaciones espía puedan enviar información sin el consentimiento del usuario o proteger la información vital del pecé frente a miradas indiscretas del ciberespacio. Aunque hay muchos programas en la Red a disposición del usuario, Zone Alarm es uno de los más prestigiosos.

Agujeros de seguridad

-La labor de los cortafuegos puede verse empañada por los navegadores. En su código fuente se descubren cada cierto tiempo «agujeros» por los que pueden colarse agresiones externas. Por eso hay que estar atentos a las actualizaciones que ofrecen desde sus páginas web los fabricantes de estos programas.
10 CONSEJOS PARA NAVEGAR MAS SEGUROS

1. Evitar los enlaces sospechosos: tratar de no dar click a enlaces de personas o entidades que no se conozcan, asi de sencillo, ser malicioso
2. No acceder a sitios web de dudosa reputación: y no solo se refiere solamente a sitios de porno, aquellos sitios con promesas demasiado tentadoras, pueden contener código malicioso…
3. Actualizar el sistema operativo y aplicaciones: al igual que el antivirus y estar pendientes de los parches que las empresas de software liberan.
4. Descargar aplicaciones desde sitios web oficiales: pilas con los archivos descargados de sitios de torrents y no oficiales, aunque no todos, si algunos traen codigo malicioso
5. Utilizar tecnologías de seguridad: ya sabe, antivirus (actualizados), firewall, anti spyware y antispam, es mejor estar seguro
6. Evitar el ingreso de información personal en formularios dudosos: aquí es estar pendiente de cuando nos pidan la clave de nuestras cuentas a son de nada, hay que ser un poco cauto de donde metemos “datos sensibles”
7. Tener precaución con los resultados arrojados por buscadores web: Una técnica donde algunos bandidos usan técnicas de Black Hat SEO, para posicionar web con código malicioso, muchas veces lo importantes es tener buenos sistemas de seguridad (ver punto 5)
8. Aceptar sólo contactos conocidos: en mensajería instantánea como en redes sociales, dejarían entrar desconocidos a su casa, es la misma situación…
9. Evitar la ejecución de archivos sospechosos: No dar click a cuanto programa encontremos o nos envíen, esta es la mejor forma de propagar virus
10. Utilice contraseñas fuertes: o por lo menos no las típicas, numero de la cédula, el apodo o el numero telefónico, tratar de ser mas creativos con los passwords e intercalar números y signos.
 
8379 visitantes (11162 clics a subpáginas)
Webmaster Yasser Angel Broche Herrera Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis